Aburrida en vacaciones como
todas las veces. ¿Quién estudia álgebra y aritmética en verano?, claro sólo
¡Yo! Alison. Quien más me preguntaba, ni siquiera había salido tan mal en el
colegio, no tenía ningún curso jalado, bueno quizás algunas notas bajas; lo
cual no era motivo para merecer el vacacional. Pero a pesar de esto tenía un
gran motivo para querer ir; era ese chico de ojos negros, cabello ondulado,
alto y deportista; uno de los mejores, Enrique, ese era su nombre. Él estudiaba
en la misma academia a donde iba yo en estas vacaciones, fue ahí donde lo vi
por primera vez (esa era la única parte buena de asistir al vacacional), este
era mi único motivo, él era mi motivo ahora, tenía que ir por más que no
quisiera. ¿Cómo no evitar enamorarse de él, si era el chico perfecto?, si
alguien me lo negaba pensaba entre mí “es obvio que está ciega”, pues yo no era
la única de la academia que decía sentir algo por él, muchas de las chicas
competían por al menos acercarse un poco a él y así poder llamar su atención,
Enrique parecía no darse cuenta de que traía suspirando a más de la mitad de
las chicas que se cruzaban con él, en cambio yo prefería alejarme para poder
observar lo que hacía y suspirar cada vez que volteaba su mirada y coincidía
con la mía.
Para mi mala suerte, nadie
podía enterarse de esto, claro a excepción de mi amiga de la infancia; una de
las mejores, estoy hablando de Vanessa, una chica de estatura un poco más baja
que yo, de cabello castaño, largo y ondulado. Sus ojos eran de color verde y
tenía una mirada profunda, que cada que se molestaba con alguien parecía que se
lo comía con la mirada. Sólo ella conocía todo sobre mí y bueno a mi me pasaba
lo mismo con ella; teníamos la suficiente confianza una con la otra para
contarnos todos nuestros secretos, y cuando se trataba de mis secretos me
refería a Enrique como tema principal, por ahora, entre nosotras lo llamábamos
“el chico del verano”, a veces ella me
fastidiaba diciendo que era un amor pasajero que pronto lo olvidaría pero yo en
mi interior sentía que sería para toda mi vida, que a pesar de que algún día ya
no lo quiera y no piense en él tendría un espacio en mi mente y corazón ya que
para mí sería mi primer amor, todo esto lo estaba pensando mientras estaba
recostada sobre mi cama y aún seguía sumergida en mis pensamientos, cuando una
voz que provenía desde la puerta de mi cuarto me asustó y me hizo regresar
a la realidad.
-¡Alison,
despierta! Tienes que ir temprano a la academia- gritaba mi madre- ¡Nunca
puedes ser responsable y despertarte por tu cuenta!, ¿Cuándo será ese día en el
que yo no esté detrás tuyo para hacerte acordar de las cosas que tienes que
hacer?
-Ya estoy despierta, ya te escuché- le respondí- No tienes
que gritar ni dar sermones tan temprano.
Mi madre
se fue sin decir nada, para mí fue de lo mejor ya que la mayoría de veces se
quedaba rondando por mi cuarto y eso terminaba por molestarme demasiado. Decidí
apurarme, ya que si no bajaba en el menor tiempo posible volvería con sus
gritos y yo no quería eso. Me puse mi polo rojo favorito, un pantalón jean que
me había comprado hace dos días, en una tienda que habían abierto recién y unas
zapatillas que combinaban muy bien con la ropa que me había puesto, me cepillé
el cabello que siempre era la peor parte para mí ya que mis rulos impedían que
me hiciera un peinado diferente en poco tiempo por lo que la mayoría de veces
solo me lo ataba en una cola, y claro hoy no era la excepción.
Después
bajé alocada y presurosa, saludé a toda mi familia tan común: mi papá, mi mamá
y mi hermana. Todos estábamos listos para salir a trabajar o estudiar (¿parece
fácil no?) y sentados alrededor de la mesa esperando a desayunar todos juntos
como siempre.
-¿Cómo te
va en la academia?- preguntó mi papá de forma muy curiosa- Ya falta poco para
que termine tu “martirio”.
-Me va muy
bien, aunque desearía que ya terminase para disfrutar del verdadero verano- le
respondí frustrada.
-Pero que tanto te quejas
si vas con Vanessa a la academia y entran a la misma clase, o sea es como si
estuvieras libre todo el día- dijo mi hermana entrometiéndose como siempre.
-Tú que sabes, no vas
conmigo a la academia así que no puedes afirmar nada- dije con un tono un poco
agresivo.
-¡Basta!- Dijo mi papá
interrumpiendo lo que Marcia estaba a punto de responderme para continuar la
discusión- En la mesa no se discute y mucho menos entre hermanas.
Y así
terminó la pequeña discusión que tuve con mi hermana, me pareció tan pesada la
niñita, hasta me arruinó la mañana, claro siempre había una solución a mi mal
humor y esa sería ver a Enrique. Terminamos el desayuno y salí de mi casa
después de haberme despedido de todos, para dirigirme a mi academia, iba
hablando conmigo misma acerca de todo lo que me pasaba, cuando escuché que
alguien me llamaba por mi nombre.
-¡Alison!-
gritaron desesperadamente.
Volteé un
poco asustada para ver de quien se trataba.
-¡Mateo!-
grité emocionada, aunque tan solo era Mateo, mi mejor amigo- Pensé que estarías
en Pimentel, por eso Vanessa y yo nunca fuimos a verte.
Se acercó
y aproveche a saludarlo con un abrazo, ya que no lo veía hace mucho tiempo.
-Si fui,
acaso ¿no notas mi bronceado?- preguntó algo decepcionado
-Bueno no
esta tan fuerte que digamos- empecé a reír, en verdad no estaba bronceado, sino
totalmente tostado.
-¡Já!
¿Hablas en serio?- preguntó de manera sarcástica- Me tiré en la arena y para
mala suerte me quedé dormido bajo el sol. ¡Estoy bien quemado!
- Ya lo sé, solo te estaba bromeando
-¿A dónde
vas? Y ¿Por qué tienes esa mochila?- Preguntó muy curioso
-Estoy
yendo a una academia
-Eso sí
que es disfrutar el verano- me dijo riéndose
- Sí, que gracioso. Bueno tengo que
avanzar porque estoy llegando tarde
- Entonces ve corriendo, porque no
quiero distraerte, espero verte pronto
Nos
despedimos y empecé a correr, pues me faltaban tres calles por recorrer y sólo
me quedaban diez minutos para estar puntual.
Muy bueno el fragmento publiquen maasss!!!!
ResponderEliminarSíganla se ve interesante!
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