No podía creer que estaba hablando con Enrique,
nuestras conversaciones siempre eran cortas y en el salón rodeados por cuatro
paredes frente a la mirada de los demás alumnos
-Dime Enrique, ¿Quieres algo?-dije
-Bueno quería saber, si querías ir conmigo a
conversar un poco, ¿Quieres?
- Sí,
claro-contesté
Nos sentamos en una banca del jardín, no entendía
porque quería hablar conmigo, tal vez se había dado cuenta que siempre lo
miraba y me venía a decir que ya no lo hiciera
más, estaba un poco asustada.
-¿De que quieres hablar?-pregunte muy nerviosa,
con el corazón en la boca.
-La verdad nada importante, como siempre te veo
en la s clases de verano y casi nuca hablamos, se me ocurrió que era una buena
oportunidad para conocerte mejor.
-Cierto pero no hay mucho de que hablar en
clase- respondí, mientras pensaba si él estaba pensando que era una lenta para
conversar con los demás.
-No sabes como odio esas clases, y lo peor es
que si no voy no podré jugar fútbol nunca-dijo algo preocupado, parecía estar
buscando un tema de conversación
Charlar con Enrique me resultaba fantástico, a
lo largo de la conversación me fui relajando y ya no estaba tan nerviosa como
al principio, y lo mejor era que nadie venía a interrumpirnos,
Mirarlo a los ojos bajo la luz de la luna le
daba un aire romántico, me imagina todo un sueño en mi cabeza ilusiones que quería
que se cumplan, pero sabía que para el no significaba nada, era mi príncipe
azul, mi amor platónico, lo que quería y nuca podía tener.
No quería que la hora de ir a casa llegará, pero
eso no pasó, cuando mi reloj marcó las doce y media tuve
que ir en busca de Mateo y Vanessa, pero antes de hacerlo Enrique me pidió mi
número y él me dio el suyo, eso hacía que volará por las nubes, ¿Eso significaba,
que me llamaría? Se despidió de mí con un beso en la mejilla lo cual hizo que
mi corazón latirá más rápido. Yo solo sacudí mi mano y me fui.
Cuando entré encontré a mis amigos juntos, parecían
estar esperándome
-¿Alison, que tal te fue?-preguntó Vanessa
cuando ya estaba cerca de ella.
-Fue genial, so sabes lo feliz que estoy
-¡Bien!, te dije que se fijaría en ti – dijo muy
emocionada, mientras Mateo solo nos miraba como si estuviéramos locas
-Espero que eso haya sucedido, ojala me llame
porque yo no lo voy hacer-respondí muy ilusionada, esperando que fuera así
-¿Te pidió tú número? ¡ahhh!, ¡Te va a llamar!,
¿Y tú no dices nada Mateo?-dijo Vanessa mirando a Mateo con una gran sonrisa
-¿Yo?, si genial Alison-dijo Mateo, pero parecía
no querer decirlo
Bueno creo que nos tenemos que ir-Tuve que decir
para salvarlo de un momento incómodo que al parecer no quería pasar.
Nos despedimos de Pía, pues lo encontramos
cuando estábamos saliendo de su casa. Fuimos directo a mi casa, y aunque la de
Vanessa más cerca, pedí que primero pasaran por la mía, pues mi
permiso para estar fuera había terminado ya hace una hora y si llegaba más
tarde me castigarían de por vida. Mateo se ofreció llevar a Vanessa de regreso
su casa. Cuando acordamos como seria
nuestro regreso a casa, todo se quedó callado como una biblioteca.
Me despedí
de mis amigos sin antes hacerles prometer que tendríamos otra salida los tres
juntos antes de ir al colegio.
Entré a casa y mis padres estaban algo molestos
por lo tarde que era y lo irresponsable que me hacia ver esta situación, me
disculpe con ellos y por cuestiones de la vida (tal vez un milagro) no dijeron
nada más, fui a dormir y no me castigaron. En mi opinión todo parecía un sueño,
pues la mayoría de veces mi madre me
gritaba, me castigaba y seguía quejándose de mí mientras mi padre me daba un sermón
en mi cuarto y decía lo que había echo mal y luego decía “No lo vuelvas a hacer”.
Subí a mi cuarto y me acosté en mi cama hasta
que quede dormida pensando lo que podía decirle a Enrique si me llamaba, ya que
no podía cualquier cosa, debía ser algo interesante para que él no se aburriera.
Esta noche soñé con él.
Nota de las Escritoras: Esperamos que disfruten leer esta historia. No olviden dejar sus comentarios.
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